Los meses de verano equivalen a oleadas de viajeros y veraneantes que cambian su residencia habitual por un lugar de vacaciones. Tras el parón de la pandemia, cada vez se va retomando más esta actividad y en el último año se han registrado más de 17 millones de viajes, distribuidos entre la costa, la montaña y los diferentes lugares turísticos de España.

Como resultado, hay poblaciones que multiplican su población, el caso de Salou, ha sido uno de los destinos más visitados, aumentando un 798% su población, con más de 231.500 turistas. 

Por otro lado, las zonas montañosas y de interior, como Extremadura, reciben cada año más visitantes. 

Mérida y Cáceres son unos de los destinos favoritos de la zona, por su historia y sus emblemáticos monumentos, sin embargo hay otros que prefieren zonas como El Valle del Jerte o Sierra de Gata, Monfragüe, pantanos como el de Orellana o Alange… es decir, destinos en los que se conecta la montaña, con las gargantas, ríos, embalses y pantanos donde se pueden llevar a cabo multitud de actividades al aire libre como senderismo, escalada y deportes de aventura. 

“Me gusta pasar las tardes en el pantano de Orellana, ya que ofrece diversas actividades de agua y se pueden alquilar motos de agua, barcos …” comenta Marta Casado

Pero dentro de esta comunidad existen diversos problemas. A parte de las malas conexiones en transporte público para llegar a cualquier otro lugar, se plantea otro problema a la hora de salir de vacaciones, y es que, 

Debido a la agricultura  de la zona, la mayoría de los habitantes no pueden salir de vacaciones en cualquier momento del año. La actividad agrícola dicta el ritmo de vida en esta comunidad, donde los trabajos en el campo son intensos durante las temporadas de cultivo y cosecha. 

Como cuenta Fátima Monago, “ mi marido se dedica a la agricultura y yo soy maestra, por lo que nuestros horarios son incompatibles y tenemos que aprovechar el invierno y puentes para irnos de viaje”. 

Como resultado, los residentes solo pueden permitirse tomar vacaciones durante los meses de invierno, cuando la actividad agrícola disminuye, o en septiembre, al finalizar las campañas agrícolas.