El pasado mes de marzo les contábamos que Sol de la Cruz, se encontraba frente a la casa ocupada en Zalamea de la Serena, donde su padre ya fallecido residía.
La vivienda fue tomada por la expareja del difunto, quien se ha negado a abandonar el inmueble, lo que ha desencadenado una intensa batalla legal.
Sol, junto con sus hermanas, ha estado luchando desde entonces por recuperar la casa.
Mientras algunos apoyan a las hijas del difunto en su derecho a recuperar la propiedad, otros han mostrado simpatía por la mujer que ocupa la casa, considerando su situación personal. Sin embargo, Sol desmiente que la ocupante esté en una situación vulnerable, ya que ella es propietaria de tres viviendas.
La afectada ha manifestado su determinación de continuar con las protestas para conseguir su objetivo, algo que se veía cercano cuando el proceso legal finalmente parecía resolverse.
El desahucio estaba programado para el 21 de mayo, pero fue retrasado debido a que la ocupante, al contar con un abogado de oficio, pudo evitarlo, además de una condena de 30.000 euros, que también ha evitado.
Tras este revés, Sol solicitó la ejecución de la sentencia, prevista para el 19 de julio. Sin embargo, dos días antes, la mujer presentó una oposición, lo que provocó un nuevo retraso en el desalojo. Dado que los juzgados permanecen cerrados en agosto, el proceso ha quedado nuevamente en suspenso.
La batalla legal a la que se enfrentan no solo ha sido agotadora en términos judiciales, sino también devastadora a nivel emocional y psicológico. La familia ha denunciado un constante acoso por parte de la ocupante y su entorno, quienes han intensificado su hostigamiento a través de redes sociales y plataformas como TikTok o Facebook.
Según Sol, el acoso que han sufrido ha sido «horrible» y va más allá de la disputa legal por la propiedad. La ocupante y sus allegados han lanzado campañas de desprestigio dirigidas tanto a la familia afectada como al padre fallecido.
En medio de esta tormenta, siguen luchando no solo por recuperar la casa de su padre, sino también por mantener su integridad emocional y su dignidad frente a un conflicto que ha tomado dimensiones inesperadas y dolorosas.